“Ambos son terapias centenarias para el cuerpo, la mente y el alma. El gusto de beber cerveza y la ampliación de la conciencia del yoga se complementan y en conjunto ofrecen una experiencia vigorizante”, aseguran Emily y Jhula, creadoras de la nueva disciplina fitness en Berlín. “El yoga con cerveza es divertido pero no es broma: tomamos las filosofías del yoga y las combinamos con el placer de beber cerveza para alcanzar el nivel más alto de conciencia”.
Aunque ya lleva dos años, esta forma de yoga comenzó a convertirse en moda sólo a comienzos de 2017, cuando se diseminó por Europa, Australia y Asia, con muchos seguidores en Tailandia, Singapur y Nueva Zelanda.
La práctica es para “amantes de la cerveza a los que les gusta el yoga”, “yogis a los que les gusta la cerveza” y cualquier persona que quiera iniciarse en las poses clásicas del yoga con una botella de lager o IPA y tenga más de 16 años.
La sesión de una hora cuesta €5 para quienes llevan su colchoneta y sus cervezas; por otros €6 las entrenadoras profesionales ofrecen cervezas y micheladas de su propio bar.