El clásico apagar y prender a veces ayuda en los smartphones, pero no es la única opción.
Sucede poco a poco. El móvil comienza a perder velocidad y, sin que nos demos cuenta, una buena mañana, comienza a bloquearse o ralentizarse de manera exasperante. En realidad no hemos hecho nada especial, pero en ocasiones los móviles, con el uso, se asemejan a un vaso en el que va cayendo gota tras gota hasta que, un buen día, se desborda por completo. ¿Qué está sucediendo y, sobre todo, cómo podemos solucionarlo?
Resetear el móvil
Parece mentira, pero el clásico “apagar y encender” que tantas veces nos soluciona los problemas en el ordenador o incluso el coche, puede resultar también en los smartphones. Forzar un reinicio refresca la memoria liberando parte de la misma y elimina procesos en funcionamiento que posiblemente estuvieran ralentizando innecesariamente el móvil. Es cierto que cada vez los sistemas operativos son más avanzados y hacen una gestión más eficiente de los recursos, pero ello no impide que de cuando en cuando convenga reiniciar el dispositivo. A modo orientativo, acostumbrarse a apagar y encender el equipo al menos una vez por semana puede ayudarnos a que el móvil no pierda su agilidad.
Mantener el sistema operativo siempre actualizado
Un sistema operativo, por regla general, evoluciona con el paso del tiempo y sus desarrolladores se encarga de ir afinando procesos o puliendo posibles errores. En este sentido, resulta imprescindible asegurarse que el móvil cuente con la última versión de la plataforma, y no solo por una cuestión de rendimiento, sino también por seguridad, ya que las últimas versiones siempre tapan los posibles agujeros.
¿Cerrar o no las ‘apps’?
Existe una gran controversia sobre la gestión de las aplicaciones en el móvil y si conviene cerrarlas o no una vez las hemos utilizado. Hay quienes tienen el hábito de matar cada app una vez utilizada confiando en que, de esta manera, no consumirá recursos, pero los desarrolladores insisten en que los sistemas operativos modernos son capaces de hacer una gestión eficiente de los recursos sin necesidad de que el usuario haga absolutamente nada. Los defensores de la costumbre de ir cerrando aplicaciones compulsivamente se llevarían una sorpresa al descubrir una de las figuras más representativas de Android, Hiroshi Lockheimer, afirma que cerrar aplicaciones puede “empeorar las cosas” en lo que a consumo de recursos se refiere. Apple defiende exactamente la misma tesis: cerrar las aplicaciones del iPhone no aporta nada ni mejora el rendimiento. En esta línea, un exempleado de Apple que trabajó en primera línea de soporte de la compañía escribió uno de los artículos que más ha circulado por la red sobre los mitos en torno a las aplicaciones y la conclusión es demoledora: cerrar las apps puede ser incluso peor que dejarlas abiertas.
Algunos trucos
Cada plataforma es un mundo, pero algunos usuarios han encontrado una forma de acelerar el hardware cuando nos encontramos ante alguna ralentización. Los propietarios del iPhone pueden liberar memoria y acelerar el terminal pulsando el botón de encendido durante unos segundos (con el iPhone desbloqueado y hasta que aparezca la opción de apagado) y a continuación el botón de inicio hasta que el iPhone vuelva a la pantalla normal. Los que tengan un iPhone más viejo podrán acelerar un poco las cosas reduciendo las animaciones accediendo a General/Accesibilidad/Reducir movimiento.
Los propietarios de móviles Android, por su parte, tendrán un poco de más trabajo pero también pueden acelerar las cosas activando el modo desarrollador accediendo a Ajustes/Acerca del dispositivo y ahí pulsar sobre el número de compilación entre 7 y 10 veces. Una vez ahí, los dueños de los Samsung Galaxy encontrarán que el equipo va más fluido ajustando las animaciones a 0,5x.
Otra para los dueños de Android mas avanzados, solo deben ingresar a Ajuates/Administrador Inteligente/Almacenamiento/Datos Innecesarios/Eliminar. Con esto el smartphone libera espacio de almacenamiento y libera memoria para utilizarlo en nuevas tareas.