Vivimos en un país en donde la temperatura por lo general se encuentra entre los 30 y 40 grados Celsius sea cual fuese la estación del año, nos acostumbramos al calor en exceso, y lo que es peor, nos intoxicamos día tras día con los gases tóxicos emanados por diferentes quemazones que se van produciendo en varios puntos del territorio paraguayo.
Solo una semana atrás celebrábamos la llegada del “Frío Polar” con bajas temperaturas que dejaron el ambiente en un punto agradable, pero hoy la realidad es totalmente distinta. El intenso calor, las llamas que consumieron gran parte del banco San Miguel, más la densa humareda que se extiende por encima del centro capitalino demuestran claramente que carecemos de programas que promuevan la protección del medio ambiente.
Durante la semana pasada todos nos hicimos eco del voraz incendio originado en el Banco San Miguel con 300 hectáreas que quedaron consumidas casi por completas pese a los esfuerzos de los miembros del cuerpo de bomberos voluntarios, hoy diferentes zonas del bañado sur pasan por lo mismo. Todos los focos se dieron de manera intencional según informes de la Secretaría de Emergencia Nacional, lo que ya generó críticas de diferentes sectores como la del mismo presidente:
“Vamos a ser absolutamente implacables en el castigo a aquellos que no cumplen con la ley y de manera irresponsable causan estos daños irreparables y difíciles de controlar a la naturaleza”, expresó.
De acuerdo con el último reporte de la SEN, son cerca de 3.200 los focos de calor en todo el país, de los cuales 950 se encuentran en el Departamento de Presidente Hayes, quedando este como el más afectado. Focos de incendios producidos por la sequía según palabras de Mario Abdo, que a su vez son el producto de diferentes golpes sufridos por nuestro ecosistema desde varios años atrás y de manera silenciosa.
Hace varios días salió a luz un informe del Instituto Ambiental de Estocolmo, que señala que Paraguay tiene un riesgo de deforestación de 734 hectáreas por cada 1000 toneladas de carne vacuna exportada, ubicando a nuestro país entre los que más deforestan en el mundo para la producción cárnica, de ese modo entonces nos encontramos con más de 183.500.000 hectáreas deforestadas al año si tomamos en cuenta el promedio anual de exportación que supera las 250.000 toneladas.
“La industria ganadera paraguaya está impulsando la peor deforestación que se haya visto en el mundo”, dice el informe.
Paraguay es el segundo país más deforestador de Sudamérica, según el sistema satelital Global Forest Watch (GFW).
Centramos toda nuestra atención en los sucesos relacionados a la pandemia pero decidimos ignorar el llamado de la madre naturaleza. Como ciudadanos consientes del cambio climático y de las consecuencias que este va dejando es necesario que seamos bien críticos.
“La zona del gran Chaco paraguayo es la que sufrió la mayor destrucción de cobertura arbórea en el 2019 abarcando el 78% de todo lo que se deforestó en ese año, es decir, 244.324 hectáreas. Este lamentable delito, se viene sosteniendo en estos últimos años en el Chaco, que ha sufrido una gran deforestación muy preocupante ante la total impunidad al respecto”, publicó el senador Carlos Filizzola en su cuenta de Facebook.
Siguiendo con los datos de dicha publicación podemos ver que Paraguay tiene el quinto lugar en Sudamérica, como el país que más ha destruido sus bosques primarios. Solamente en el año 2019 perdió 50.800 hectáreas. El 93% de la pérdida de masa forestal se dio por actividades ligadas a la producción de materia prima como la carne vacuna, la soja y la madera.
En nuestro país existen leyes ambientales que no son aplicadas, lo que permite que la impunidad siga presente entre los responsables de dañar al ecosistema. Como respuesta a este informe de Estocolmo, el Gobierno emitió un comunicado en el cual desmiente sobre lo que ocurre realmente en nuestro país.
José Ignacio Melgarejo – Periodista del Grupo Venus Media