Arturo, el último ejemplar en cautiverio de Argentina y considerado el ‘oso más triste del mundo’ por distintos medios británicos, falleció hoy en el Zoológico de Mendoza, tras largos años de sufrimiento. Sus últimas horas las pasó bajo supervisión médica, ya que el animal no respondía estímulos, había perdido por completo el apetito y se le había diagnosticado un cuadro de depresión en su sistema nervioso central.
Presentaba un cuadro clínico terminal debido a su avanzada edad y que pese a todo lo realizado por el cuerpo médico veterinario el animal, desde hacía varios días, había entrado en un proceso de descompensación y deterioro marcado irreversible. El viernes el equipo de veterinarios y los funcionarios de Ambiente se apostaron junto al animal para acompañarlo y que su deceso fuera tranquilo”, informó el Gobierno de Mendoza en un comunicado oficial en su página web.
Ciego, flaco, sin olfato, débil y enfermo, atado a varios pedidos en vano de traslado, siendo el foco en reiteradas ocasiones de la prensa nacional e internacional, así fueron los últimos años de Arturo, quien en 30 años nunca conoció su hábitat natural, nunca sintió la nieve. Tan solo unas paredes pintadas de azul, una pileta y aire acondicionado, dentro de un recinto en una ciudad que suele alcanzar los 40º en verano.
A pesar de que se reunieron más de 420.000 firmas en una campaña para trasladar al oso en un refugio de Canadá, esto no sucedió, ya que según varios veterinarios, el traslado podía afectar la salud del animal. Por su parte, Donald Moore, experto en osos polares, dijo que el animal “se encontraba bien en lo físico y en salud mental”, calificando además al hábitat como “positivo“.
Arturo se suma a uno de los ejemplares exóticos que mueren este año en el zoológico mendocino, que ya viene causando polémica hace tiempo.