La tecnología, y especialmente los algoritmos (no tan inteligentes todavía), han producido una suerte de paradoja: una sobrevida cibernética para aquellos que han fallecido, que muchas veces escapa a nuestro control con consecuencias indeseadas sobre los vivos.
De esta forma se abre una mirada de problemáticas que van desde cómo borrar o mantener cuentas de seres queridos una vez que estos ya no están (dado que la legalidad o el avance de las herramientas todavía no lo permiten), o incluso considerar el destino de la propia identidad online, hasta nuevas maneras de llevar el luto y honrar a los ausentes.
Desde el crecimiento de “cuentas memorial” (una opción que ofrece Facebook y que cada vez más personas eligen), pasando por grupos online donde la gente se junta para recibir contención y guía, hasta bots que pueden simular conversaciones con los muertos. Al parecer, hoy en día, lidiar con la muerte ya no es un asunto ni tan lineal ni que se da sólo offline.
¿Los algoritmos no entienden de duelos?
Según Katie Gach, una etnógrafa de la Universidad de Colorado que ha pasado los últimos años trabajando con Facebook y charlando con personas para entender cómo interactúan con los perfiles de aquellos que ya no están, la gente es realmente mala planeando su futuro –especialmente cuando concierne a su propia mortalidad–. Y es que quizás esta sea la red social que más parece estar problematizando el tema, aunque tal vez no lo haga del modo más idóneo.
Se supone que según políticas de la compañía, actualmente las cuentas memorializadas quedan congeladas en el tiempo: se puede taguear a las personas que fallecieron, pero no se las pueden incluir en invitaciones, eventos o recordatorios de cumpleaños.
A su vez, estas cuentas pueden tener representantes legales (esto se tramita con un permiso concedido por el dueño de la cuenta o parientes que lo pidan) para manejarla. Estos managers autorizados pueden cambiar la foto de perfil o postear tributos, pero no pueden mandar mensajes o hacer nuevos amigos.
Sin embargo, parte del problema, explica Gach, es que no se toman los recaudos necesarios para establecer estos “legacy contacts”, con el objetivo de no disparar reacciones emocionales innecesarias en los seres queridos y amigos de la persona fallecida. Por ejemplo, que la plataforma te muestre que tu difunta tía ha sido etiquetada en una promoción o recibir sugerencias de incluir a estas personas en diversas actividades o eventos.
Cosa que ha estado sucediéndoles a muchas personas, por lo que la compañía ha tenido que revisar la herramienta.A su vez, estos vericuetos tecnológicos también se les plantean a otros servicios que tienen que empezar a dar respuesta ante los reclamos de sus usuarios, sea Twitter, que no tiene herramientas para transferir la cuenta y su info a un tercero para manejarla y poder hacerla memorial, o Apple, que hasta hace poco tampoco tenía esta opción y acaba de incluirla en su (sólo con orden jurídica se podía acceder a la información del ser querido).
Mientras tanto, Google es de las pocas plataformas que permiten una configuración automática por parte del usuario para que se borre una cuenta una vez que haya estado inactivo por equis tiempo (cosa que Facebook hace automáticamente si te mantenés offline por seis meses).
Otro aspecto perturbador en la administración de la información por parte de las grandes plataformas que manejan nuestros datos es, como explica Gach, que hay ciertas acciones que no se alcanza a dimensionar cómo impactarán en las personas que siguen vivas.Por ejemplo, si bien Facebook ofrece la opción de borrar la cuenta, al hacer esto no sólo se pierde el perfil y su data, sino también todos los comentarios y mensajes privados de la persona con terceros, lo cual puede ser altamente traumático para los seres queridos. Por eso advierte que hay que ser más claros con la comunicación de las opciones, ya que muchas personas no entienden las implicancias de esto.
Nuevas formas de recordar
Más allá de las especificaciones técnicas de cada plataforma y nuestra potestad en ellas, lo que quizás haya que entender es que incluso antes del covid-19, que impidió que muchos pudieran duelar (y velar) a sus familiares de forma presencial, lo que forzó nuevas prácticas y rituales online para lidiar con la pérdida, las páginas de memorial ya existían como fenómeno masivo.
Estas plataformas ofrecen ese espacio que aún con el paso del tiempo conserva “algo” de sus seres queridos a lo que se puede volver, una ventana para en ocasiones recordar y rendir homenaje, otras, una manera de procesar y socializar la pérdida.Por eso no sorprende que los llamados PGM Groups (Profiles de Gente Morta), es decir, perfiles de gente muerta, sean un boom en Brasil.
Funcionan como espacios en donde los ciudadanos se juntan, discuten y recolectan información sobre gente que ha muerto recientemente. Aunque no lo creas, existen numerosas comunidades y algunas incluyen hasta 160 mil usuarios, amasando en conjunto una red de grupos en los que participan al menos medio millón de personas, según reportaba el sitio Rest of the World.
Mientras la plataforma continúa creciendo, también lo hacen las páginas memorial u obituarios (opción que se introdujo en 2015), y según el Oxford Internet Institute, dentro de poco Facebook albergará más perfiles de personas muertas que vivas. Escalofriante pero real.
Desde afuera, las PGM pueden parecer macabras, pero lo cierto es que funcionan también como espacios terapéuticos para las personas que continúan lidiando con pérdidas personales, así como durante la pandemia permitieron realizar ceremonias online para acompañar a los familiares de las víctimas. Otro recurso casi distópico que apareció en los últimos años dado el avance de la inteligencia artificial son los llamados griefbots o robots de duelos, que simulan las características de los seres queridos que ya no están para poder tener conversaciones con ellos.
Más allá de las dudas respecto de su utilidad, implicancias psicológicas o siquiera si son éticos, podemos contar al menos dos casos en los que la tecnología parece haber salvado milagrosamente la brecha entre vida y muerte.Por un lado, los programadores Evgenia Kuyda y Muhammad Ahmad lograron a través del uso de más de diez mil mensajes enviados a familiares y otros amigos, “revivir” a un amigo luego de tres meses de su muerte.
El bot tenía instrucciones para hablar a través de Replika, una app y sitio web que permite crear compañeros virtuales con los que conversar. Por otro lado, un programador de California creó un proyecto llamado Project December, que impulsado por uno de los sistemas de inteligencia artificial para manipular lenguaje humano más capaces actualmente, el GPT-3 (creado por OpenAI, una empresa de Elon Musk), permite generar respuestas escritas en inglés de forma fluida, imitando muy bien estilo.
Un extenso y conmovedor perfil del San Francisco Chronicle cuenta cómo un chico se reencuentra con su novia fallecida y sostiene conversaciones gracias a este programa.¿Es esta la nueva cara del duelo? ¿Tendremos obituarios online y asistir a velorios a través de zoom se convertirá en práctica aceptada de ahora en más? ¿Y acaso usaremos las charlas con griefbots como terapia o paliativo ante una pérdida? Es difícil saber, lo que sí es seguro es que ya nada será como antes, ni offline ni online.
Fuente: El Planeta Urbano