Si bien el disco fue todo un éxito, el proceso de creación no fue para nada placentero. Te contamos los motivos.
When We All Fall Asleep, Where Do We Go?, el álbum debut de Billie Eilish, fue la carta de presentación de la artista, quien además del reconocimiento de millones de fans alrededor del mundo, también fue elogiada por la prensa especializada, la cual la reconoció con decenas de premios, entre ellos el Grammy al Álbum del Año. Aunque el primer proyecto discográfico de la oriunda de Los Ángeles fue todo un éxito, lo cierto es que el camino para llegar al producto final no fue muy placentero. De hecho, la propia Billie confesó que “odiaba cada segundo” del proceso.
Según recuerda Far Out Magazine, en una entrevista de 2021 con Rolling Stone, la joven de 21 años admitió haber sufrido la presión de la industria y confesó: “Odiaba escribir. Odiaba grabar. Literalmente lo odiaba. Hubiera hecho cualquier otra cosa. Recuerdo que pensé que no había forma de que hiciera otro álbum después de este. Absolutamente no. Yo era una niña y quería hacer estupideces de niños”, continuó la cantautora.
“No quería no poder ir a una maldita tienda o al centro comercial. Estaba muy enojada y para nada agradecida por eso”. Afortunadamente para ella, pudo dejar atrás el sufrimiento de crear When We All Fall Asleep, Where Do We Go? y comenzó una nueva etapa con su segundo disco, Happier Than Ever, en el cual ella y Finneas -su hermano, productor y co escritor-, tuvieron más libertad creativa y control sobre sus ideas y cómo trasladarlas a sus tracks: “Ya nadie tiene voz. Somos literalmente Finneas y yo. Nadie más”, sentenció.
Fuente: Indie Hoy