Poco después de una cuarentena de dos meses para evitar que se extendiera el coronavirus en Rumania a mediados de mayo, Grigore Lup, un zapatero rumano de la ciudad de Cluj, notó que las personas no respetaban las reglas del distanciamiento social.
Por es motivo, a Lup se le ocurrió la idea de zapatos de cuero de nariz larga para ayudar a mantener a las personas separadas. La talla del zapato es 75.
“Se puede ver en la calle, la gente no respeta las reglas de distanciamiento social”, dijo Lup, quien estuvo fabricando zapatos de cuero durante 39 años.
“Fui al mercado a comprar plantas para mi jardín. No había mucha gente allí, pero se acercaban cada vez más. Si dos personas que usaran estos zapatos se enfrentaran, habría casi un metro y medio entre ellos“, señaló.
Si bien también vende zapatos confeccionados, la tienda de Lup, que abrió en 2001, depende en gran medida de pedidos personalizados de vestuario para teatros y teatros de ópera de todo el país, así como de conjuntos de danzas folclóricas tradicionales.
Le toma dos días hacer un par, lo que requiere casi un metro cuadrado de cuero. Cuestan 500 lei ($ 115) por par.
