Justin Bieber se echó a llorar, delante de un teatro abarrotado de gente y sin motivo aparente. Parecía emocionado, sin más, producto de los nervios de volver a actuar frente al mundillo de la música. Pero ahora sabemos que el niño prodigio canadiense -dice- está arrepentido por tantos meses de estupidez y gamberrada, y por eso las lágrimas durante los premios VMA de la cadena MTV el pasado domingo.
Se lo confesó a Jimmy Fallon en su programa nocturno. No solo le confirmó que las lágrimas eran verdaderas, sino que pareció dar a entender que es un hombre nuevo, que quiere lavar su imagen del pasado ahora que tiene un nuevo disco que vender, y que no tiene problema en mostrar su cara más vulnerable.
“He trabajado muy duro para convertirme en el hombre que quiero ser”, dijo el cantante, añadiendo que pretende dejar de ser el tipo “arrogante” y “consentido” que fue durante sus años de rebeldía.
Fue en esa época cuando le tiraba huevos a su vecino como residente de Calabasas, un barrio lujoso de Los Ángeles, después de haberse corrido una gran juerga con amigos. O cuando estuvo a punto de atropellar de forma intencional a un paparazzi. O cuando fue detenido por conducir en Miami a gran velocidad por una avenida sin carnet de conducir y con alcohol y marihuana en su organismo.
Quizá por eso no las tenía todas consigo al saltar al escenario de los VMA’s, sospechando que sus compañeros de profesión tal vez le darían la espalda. “Honestamente, no estaba esperando que me apoyaran de la forma en que lo hicieron”, apuntó. “La última vez que estuve en una gala de premios me silbaron”.