Todos recuerdan dónde estaban el 26 de enero de 2020 cuando escucharon la noticia. Ya sea que recibiste una llamada telefónica, una alerta en tu teléfono o lo viste en la televisión, las palabras golpearon como un puñetazo en el estómago. Kobe Bryant murió.
Nadie quería que fuera verdad. Con la esperanza de que los titulares estuvieran equivocados, que los informes fueran un error o que las redes sociales estuvieran nuevamente circulando otro rumor de muerte falso.
Pero en las horas posteriores al accidente, mientras los fanáticos de Southland acudían en masa al lugar del accidente, caminando millas solo para echar un vistazo, la realidad finalmente comenzó a establecerse. Con esa realidad, llegó la desgarradora noticia de que Gianna Bryant, de 13 años también estaba a bordo, al igual que otras siete personas.
“Dios sabía que no podrían estar en esta tierra el uno sin el otro”, dijo entre lágrimas Vanessa Bryant durante la ceremonia de celebración de la vida en el Staples Center. “Tenía que traerlos a casa juntos”.
En los días que siguieron a la tragedia, Staples Center y L.A. Live se transformaron en un memorial improvisado. Personas de todo el país se reunieron para dejar flores, tarjetas, camisetas, pelotas de basketball y mensajes personales.
Nadie quería que fuera verdad. Con la esperanza de que los titulares estuvieran equivocados, que los informes fueron un error o que en las redes sociales estuvieran nuevamente circulando otro rumor de muerte falsa.
Pero su muerte no se sintió solo en Los Ángeles. Alrededor del mundo, tributos surgieron en forma de murales y memoriales. Desde China, India, Italia y Filipinas. No importaba que Kobe solo haya jugado en los Lakers, fue un ícono mundial y el mundo lloró su partida.
“Sabía que era conocido y popular, pero no sabía el impacto que tuvo en todo el mundo”, dijo el actual jugador de los Lakers, Anthony Davis, al reflexionar sobre ese día un año después. “Inspiró a tanta gente, y es por eso que tanta gente siente el dolor que sintió la comunidad del basketball el año pasado. A medida que nos acercamos a su primer aniversario, nuestros corazones se entristecen al darnos cuenta de que se ha ido”.
Puede que Kobe Bryant se haya ido físicamente, pero su impacto en el mundo sigue vivo. Su aura, más grande que la vida cuando caminaba por la tierra, ahora es inmortal.
Su legado sigue vivo en los Lakers, la franquicia que pasó 20 años dando forma a la suya. A raíz de su muerte, los Lakers pintaron los números 8 y 24 en la cancha. El equipo usó sus camisetas diseñadas por “Black Mamba” con un parche especial “KB” para honrarlo.
En los pocos años que siguieron a su ilustre carrera en el basketball, Bryant se convirtió en un santo secular al viajar por el mundo compartiendo sus dones con el mundo. En el siguiente capítulo de su vida, Bryant se convirtió en cineasta y ganó un Oscar. Se convirtió en narrador y publicó una gran cantidad de libros. Se convirtió en filántropo y estableció la Fundación Deportiva Mamba y Mambacita. Pero sobre todo, se convirtió en un “papá de niñas” para cuatro hermosas hijas, incluso entrenando al equipo juvenil de basketball de Gianna. De hecho, el día que murió, viajaba a un torneo de baloncesto para entrenar a Gianna y sus compañeras de equipo.