Las ciudades no dejan de evolucionar, lo hacen constantemente: cambian, crecen, se densifican. Pero hay un área, llena de historia e imborrables marcas, el casco antiguo, el centro fundacional donde se pueden advertir los inicios de su verdadera identidad. Todos los centros históricos de Latinoamérica coinciden en ciertos rasgos arquitectónicos y urbanos, independiente de sus coordenadas geográficas, cada uno de ellos carga con un conjunto de huellas esenciales que los hace únicos e irreproducibles.
Cierto es que todas las ciudades latinoamericanas arrancan del patrón común que imponen los colonizadores, pero paulatinamente van derivando hacia modelos particulares que terminan por hacerlas perfectamente identificables unas de otras. Así, Quito es claramente diferente a La Habana y Bahía guarda una gran distancia con Lima. Conocer cada uno de estos centros es una aventura rica y llena de magia.
A continuación te dejamos estas tres opciones para para tener en cuenta:
1- Lima (Perú)
El Centro histórico de Lima es el área de la ciudad de Lima que abarca su emplazamiento original y sus edificios más antiguos. El conjunto, emplazado entre los distritos de Lima y del Rímac, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1988 y es uno de los más importantes destinos turísticos del Perú.
Entre las edificaciones del centro histórico de Lima existen muchísimos balcones de las épocas colonial y republicana los cuales otorgan a la ciudad de Lima una característica muy singular. Los tipos de balcones que presenta la ciudad son los balcones abiertos, balcones rasos, balcones de cajón, balcones corridos, entre otros.
2- Cartagena (Colombia)
Cartagena de Indias es una ciudad maravillosa porque todo su centro histórico es colonial. Es una ciudad tan bonita que es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1984. Además, está a orillas del mar Caribe.
Un paseo por las estrechas calles del casco antiguo de Cartagena, con una buganvilla que se extiende desde los balcones del segundo piso y las casas coloniales pintadas de brillantes colores, invita a los visitantes a escapar al pasado. El bullicio de la vida cotidiana se mezcla con la arquitectura histórica de esta ciudad amurallada junto al océano. Además de las hermosas tiendas boutique, los numerosos restaurantes y los coloridos vendedores ambulantes, hay muchos tesoros para ver en la ciudad y justo fuera de las murallas.
La frondosa Plaza de Bolívar sirve como un buen lugar para comenzar un recorrido en Cartagena y ver algo de la cultura local y comprar fruta a las mujeres vestidas de colores conocidas como palanqueras. Junto a la plaza, el Museo del Oro (Museo de Oro) muestra piezas que cuentan la historia de la tribu indígena Zenú. El cercano Palacio de la Inquisición (Palacio de la Inquisición) ofrece una mirada bastante espantosa sobre el pasado de Colombia y la Inquisición española, algunos de los dispositivos de tortura utilizados en los acusados están en exhibición. La iglesia y el monasterio de San Pedro Claver cuentan la historia de la vida de un sacerdote en Cartagena que luchó por los derechos humanos, y el Museo de Arte Moderno de Cartagena analiza el arte en América Latina.
3- La Habana Vieja (Cuba)
La Habana Vieja es la imagen del génesis de la capital cubana. Allí empezó todo, ese sitio fue, durante muchos años, toda la ciudad. Un hermoso lugar de calles estrechas, plazas, casas coloniales, iglesias y mucho turismo disfrutando del único sector de la ciudad restaurado, limpio, pintado y con carteles de señalización que marcan cada punto o edificio importante.
Declarada Patrimonio de la Humanidad durante 1982, el casco histórico de La Habana conserva alrededor de 150 edificios que datan de los siglos XVI y XVII, cerca de 200 del siglo VXIII y 460 del siglo XIX. Un espectáculo arquitectónico con mezcla de estilos, balcones, patios internos, aljibes y mosaicos con dibujos increíbles.
Ahora tenés la oportunidad de viajar a estos destinos de la mano de ATLAS VIAJES
Para este verano en San Bernardino, Itaú tomó la iniciativa de reemplazar las tradicionales lonas publicitarias por jardines verticales, con el objetivo de contribuir a mejorar la calidad visual de la ciudad.
Durante cada temporada de verano, se ve una gran cantidad de carteles, lonas y afiches por cada rincón de la ciudad de San Bernardino que buscan captar la atención de los visitantes.
Conscientes de este problema, el Banco Itaú Paraguay decidió apostar por el efecto positivo de los espacios verdes para el medio ambiente y las personas, reemplazando sus lonas y carteles publicitarios ubicados en la ciudad del verano por plantas y flores compuestas en jardines verticales, creando así un Paseo Natural.
Esta iniciativa no solo contribuirá a la disminución de carteles en la localidad, sino que también será un hincapié para construir más espacios verdes. Asimismo, busca aportar una experiencia agradable, fresca y amigable con el entorno para todos aquellos que visiten San Bernardino durante estas vacaciones de verano.
Mientras se disfruta del Paseo Natural, todos los ciudadanos y turistas pueden realizar el recorrido por las instalaciones experimentales del Circuito del Recuerdo, ubicado en diferentes puntos del centro de la ciudad, a través de las cuáles podrán conocer más acerca de la Guarania más famosa del mundo “Recuerdos de Ypacaraí” y otras canciones inspiradas en el famoso lago.
Itaú invita a realizar este recorrido en bicicleta, las cuales pueden ser retiradas del parador ubicado en la esquina del Club Nacional, frente al monumento al soldado desconocido. Este servicio está disponible todos los días de 10:00 a 18:00 horas.
Para conocer más sobre la iniciativa y Circuito del Recuerdo, visitá @itauparaguay en Facebook, Instagram, YouTube y Twitter.
Erika Hüttemann, dulces artesanales saludables, te espera toda la temporada en su local ubicado en la peatonal de San Bernardino.
Encontralo frente a la peatonal, en un lugar temático ideal para quedarse a disfrutar de los mejores postres, alfajores y helados artesanales sin azucar, sin gluten y sin lactosa. Son productos 100% aptos para las personas diabeticas y celiacas.
Y también podés encontrar a Erika Hüttemann Dulces Saludables en sus locales de:
Villamorra (manzana T)
Fernando de la Mora
Encarnación
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Expertos explican los once beneficios que puede brindar el viajar en solitario.
Viajar siempre será un buen plan. Conocer el mundo y nuevas culturas es algo que puede llamarle la atención a muchos. Sin embargo, cuando se piensa en esta actividad, suele surgir la duda de quién podría acompañarle. ¿Ha pensado que no es necesario viajar en compañía? Se puede hacer solo.
A pesar de que suene extraño, viajar en solitario se ha vuelto una práctica muy común. Un artículo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) asegura que el hacerlo puede traer beneficios en su salud mental y al desarrollo de su personalidad.
En el análisis, el profesor Pablo Díaz, de la facultad de Estudios de Economía y Empresa de la UOC, explica que el auge de los ‘solo travellers’ es una dinámica propia de los tiempos que se están viviendo.
Este tipo de experiencias generan retos que le enseñan al viajero a ser flexible, autónomo en su aprendizaje y le dan la oportunidad de mejorar sus habilidades sociales, gracias a que debe interactuar con personas que no conoce y adaptarse a un ambiente nuevo, buscando ayuda externa.
Según Díaz, esta tendencia que cada vez toma más fuerza se está popularizando por varios motivos. En primer lugar, las redes sociales son un factor que ayuda a visibilizar y compartir las experiencias de los viajeros, creando así un atractivo y una comunidad en crecimiento.
Por otro lado, el tema económico es importante, ya que moverse en solitario puede representar menos gastos y una mayor flexibilidad al momento de hacer planes. Si algo sale mal, al final será más fácil resolverlo.
Además, aspectos como el envejecimiento, la crisis de modelos de familia tradicional o el empoderamiento femenino tienen bastante que ver con todo ello, al volverse una motivación para buscar experiencias que fortalezcan la personalidad del viajero.
Sin embargo, para poder comprender de una manera más concreta las ventajas que trae el viajar solo, la profesora colaboradora Sílvia Sumell, del centro de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, enumeró en el artículo los once beneficios de esta práctica.
1. Aumenta la seguridad y autoestima.
2. Mejora la toma de decisiones, puesto que de alguna forma todo depende de una sola persona y no hay demasiado espacio para dejarse llevar por los demás.
3. Aumenta el nivel de bienestar global.
4. Se crean nuevas conexiones neuronales, gracias a las nuevas situaciones a las que se ve expuesto el viajero.
5. Se aprende a estar consigo mismo.
6. Se rompe el mito de no poder viajar porque no hay con quién hacerlo.
7. El viajero aprende a enfrentarse a situaciones y sentimientos que normalmente evitaría en compañía.
8. Es una oportunidad para enfrentar miedos e inseguridades.
9. Se aprende a buscar recursos para resolver diferentes situaciones o problemas que pueden surgir.
10. El sujeto potencia diferentes áreas cognitivas como la orientación espacial, la capacidad de organización y planificación, las funciones ejecutivas, la capacidad de atención, concentración y memoria, el aprendizaje o práctica de un idioma o palabras nuevas y la potenciación de nuestras habilidades sociales.
11. Se da la oportunidad de romper falsos mitos sobre la gente y su cultura.
Por su parte, el profesor de los Estudios de Economía y Empresa y director del máster universitario de Responsabilidad Social Corporativa, Lluís Garay, también complementa esto diciendo que la experiencia del viajero se verá marcada por cómo la industria turística asuma esta tendencia.
Según lo que explica, los destinos que reciben viajeros solitarios tendrán que hacer cambios “especialmente en cuanto al tipo de alojamiento (habitaciones de uso individual), restauración (opciones para viajeros en solitario) u ocio (esto ya más vinculado con las motivaciones)”.