El modesto equipo brasileño, estaba viviendo una fantasía en el fútbol sudamericano. Habiendo tenido escasas participaciones se preparaba para disputar su primer partido de la final de la Copa Sudamericana ante el Atlético Nacional de Colombia. Pero, la tragedia tocó la puerta que al abrirse los llevaba a la gloria deportiva.
Sus raíces tienen un origen humilde, sucede en 1973 con la fundación de la Asociación Chapecoense de Fútbol con el objetivo de restaurar el fútbol en la ciudad de Chapecó, allí donde el fútbol se juega descalzo en cualquier rincón del Estado de Santa Catarina.
Con 42 años de vida, el Verdao pasó por todas: El auge deportivo, estar al borde de desaparecer, el resurgimiento gracias al marketing , un ascenso de la D a la A en seis años y su clasificación a la Copa Sudamericana.
Luego de malas administraciones que lo llevaron a la quiebra en el 2001, el club recurrió a un artilugio legal cambiando de nombres y pasó a llamarse Asociación Chapecoense Kindermann-Mastervet, lo que le permitió conservar su identidad futbolística y desprenderse de las deudas gracias a tremendas acciones marketineras.
Y fue a partir de allí, que el equipo empezó a emerger nuevamente, en el 2006 se quedó con la copa Santa Catarina, en el 2007 con el campeonato de estado y 2009 en la serie D en Brasil hasta subir a primera en el 2014.
Por ello, en un día negro para el fútbol, desde Brasil al mundo entero, todos lloramos por aquel niño que soñaba jugar al fútbol que hoy se hizo adulto y estaba a pasos de vivir el sueño de levantar la primera copa para su club. Hoy todo es un poco más triste en un país y un continente que hace del fútbol su arte.
